Tan solo minutos antes había ella
cerrado la puerta de su auto y comenzaba el regreso a casa. Por el retrovisor veía
aún al hombre, uno se buenas espaldas y fornida figura, no podía más que seguir
pisando el acelerador y desaparecer, desprenderse de aquello que recién había
hecho. No era la primera vez que el
hombre le había propuesto su compañía, cálidas noches y ocupados labios, pero
si la primera en que ella rechazaba a alguien tan abruptamente. Anteriormente
daba largas, engañaba a uno y a otro, pero los tenía a todos; esta vez, alguien
era dueño de su alma, de su cuerpo y de su fe, un Hombre Común.
¿Cómo era posible que el Hombre
común tuviera tantas cosas suyas a su poder? Como ya he dicho, tenía su cuerpo,
su espíritu, su vida y no solo eso, si no su esencia. El Hombre Común se había
apoderado de lo que a ella identificaba, lo que lo hacía quererla y haberse
enamorado la mujer. ¡Error! Cuando el hombre se adueña de la esencia la mujer
pierde voluntad, e ignora toda señal de alerta entregándole el poder de todo lo
existente a él.
En la vida de la mujer seguía cayendo
la lluvia y por fin el hombre fornido había desaparecido del retrovisor. Al
cabo de una hora volvió a casa, un lugar extraño aún para sus pies, salió del
auto y entre las gotas que de su pelo escurrían distinguió al Hombre Común con
otra hembra. Abrazabale, acariciabale las
abultadas mejillas y respirabale su común aliento mientras nuestra mujer
contemplaba entre la cortina de agua.
Un engaño. El Hombre Común con
otra hembra sin rostro y nuestra mujer.
¿Cómo olvidarlo? Si lo que el Hombre
Común había hecho con su esencia no puede expresarse en palabras, pero
intentaré: Con beso tenue la quitó, con manos la hiso a su forma y luego se
metió en ella para refugiarse de sus miedos. Luego de usar su esencia como
escudo se dejó seducir por una hembra que tiempo atrás perdió el rosto.
¿Quién tenía culpa? ¿La Hembra
Sin Rostro por robar la esencia del Hombre Común y hacer de ella crueldad? ¿Del
Hombre Común por matar a nuestra mujer del mismo modo por curiosidad? ¿O de
nuestra mujer que decidió entregar su esencia?
Anonimo
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